La nueva película del realizador danés Bille August, Corazón silencioso (Stille hjerte , 2014), es un drama de recámara acallado y melancólico, bien alejado en tono y espíritu de la rimbombante La celebración (Festen, 1998) de Thomas Vinterberg, pero acorde en el desarrollo de su trama y las tramas secretas entre sus personajes. Se trata de una reunión familiar entorno a una Navidad falsa que sirve de pretexto para velar la inminente eutanasia de la matriarca de la familia, que ha sido diagnosticada con una enfermedad terminal.
La matriarca es Esther (Ghita Nørby), que ha decidido quitarse la vida el próximo domingo. Su marido es Poul (Morten Grunwald), médico. Llegan sus dos hijas: Heidi (Paprika Steen, la inestable oveja negra de La celebración, ahora la doméstica hija mayor), y Sanne (Danica Curcic, la depresiva hija menor). Heidi llega con su marido e hijo digitalmente enajenado; Sanne trae consigo a Dennis (Pilou Asbaek), su novio fracasado. El elenco se cierra con Lisbeth, una vieja amiga de Esther.
Vamos descubriendo el rollo entre cada uno. Esther acepta el regalo de Lisbeth, pero ignora el de Heidi. Heidi no aprecia la presencia de gente que no es familia, como Lisbeth, o el novio de Sanne, que por cierto está llegando muy tarde. Sanne es la única que se opone abiertamente a la eutanasia, y planea abortar el suicidio de su madre con una llamada a la ambulancia. Dennis es su confidente, pero preferiría ni estar allí y pasársela drogado en otro sitio. Y así.
La película se apoya sobre las interpretaciones de las tres actrices principales, todas agobiadas por el pathos de la muerte: Nørby en el papel de una mujer que quiere y teme el suicidio, Curcic en el papel de una mujer traumada por su propio intento de suicidio, y Steen, que aprueba del suicidio de su madre con sobriedad hasta que descubre información secreta acerca de las motivaciones de ciertos personajes.
Es más o menos a esta altura que la película cobra interés en su desarrollo. Hasta entonces tenemos una situación tensamente sostenida en la que cada personaje reafirma una y otra vez su relación con el resto y con el tema central de “dejarse morir”. Es cuando los personajes hacen un giro abrupto en su posición que el film despega: quizás Heidi no está de acuerdo con la eutanasia, quizás Sanne es capaz de tolerarla, quizás el miedo puede más en Esther. “Tuvimos un día tan lindo, ¿por qué no podemos tener otro más? ¿Por qué hay que terminar de vivir mañana?”.
El libreto de Corazón silencioso– escrito por Christian Torpe – es sentimental y melodramático, efecto que se sostiene perfectamente sin ningún tipo de falsa pretensión gracias a las actuaciones del trío protagónico y un prolijo guión que cierra por todos lados hacia el final, y le da al público exactamente lo que esperaba, de la forma que lo esperaba.