“Lo notable de Kim Ki Duk es la manera en que, aun en el filo del kitsch, logra evitar los lugares comunes, para dar paso, en cambio, a una obra siempre perturbadora, plena de aristas ríspidas, de infinitas sorpresas visuales, como si el director trabajara exactamente al revés que la mayoría de sus contemporáneos: primero a partir de ideas de puesta en escena, para las que luego escribe un guión que le permita desarrollarlas.” / Luciano Monteagudo - Página/12
