La culpa es de Fidel es una película política sin por eso apelar a discursos aleccionadores ni subrayados. Describe con delicadeza y sin excesos el caos íntimo familiar, y la confusión de muchas parejas burguesas que se apasionaron en algún momento con la idea de militar para cambiar el mundo. Para la protagonista de 9 años y para su hermano menor, todos esos cambios (pasar de una amplia casona con jardín a un precario departamento, sufrir las prolongadas ausencias de sus padres o tener la casa invadida de seres extraños), se viven con esa mezcla de tragedia y ligereza con que los niños padecen e inmediatamente absorben los golpes de la vida.
Akelarre: la inquietante joya con la que un mendocino arrasa en Netflix
12 de mayo de 2021