“Terriblemente cómica, la película cierra un extraño círculo. Comenzó, en 1968, en el cine y en 2001 Brooks la transformó en comedia musical en Broadway. (...) La historia va ganando en acción y comicidad a partir de que Max y Leo van firmando los contratos. La escena en la terraza con Franz, el nazi que impone con toda su gracia Will Ferrell, vale sola el precio de la entrada. (...) El gran protagonista es Nathan Lane, quien con Broderick se saben todo de memoria y si hasta parece que lo hacen de taquito, lo hacen con la frescura de la primera vez. Ya se dijo: la película va de menor a mayor, hasta alcanzar el final. Y ojo, que esta vez la risa llega hasta el final de los créditos, con la recomendación de comprar Mi lucha en edición de bolsillo, y... Habrá que quedarse hasta el final, final.”/ Pablo O. Scholz - Clarín
Akelarre: la inquietante joya con la que un mendocino arrasa en Netflix
12 de mayo de 2021