“Con un estilo límpido, seco, preciso, Cédric Kahn va pintando el cuadro de situación con pinceladas cada vez más oscuras. El abrasador sol del comienzo, la luz incómoda y cegadora que baña el tramo inicial del viaje va dejando lugar a sombras cada vez más pronunciadas, como si el de Antoine fuera el largo viaje de un día hacia la noche. Es más, se podría pensar incluso en una frontera imprecisa, un punto de inflexión a partir del cual la realidad áspera y tangible de la ruta cede ante una sensación de pesadilla creciente, un puro espacio mental. Esa angustia, esa soledad, ese vacío es lo que mejor transmite el film de Kahn, que encuentra en Darroussin un aliado inmejorable, un actor capaz de estar todo el tiempo en cámara y, sin embargo, parecer casi transparente.”/ Luciano Monteagudo - Página/12
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12 de mayo de 2021