La ganadora de la Concha de Oro en el Festival de Cine de San Sebastián, Pelo Malo (2013), y candidata en la Competencia Internacional en el 28° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, aborda, a partir de una anécdota en apariencias poco significativa, la cuestión del género.
Junior vive junto a hermano menor, un bebé, y a su madre. Pese a ser muy joven, ella ha enviudado recientemente y, para colmo, fue separada de su trabajo de guardia de seguridad. Subsiste como empleada doméstica, pero apenas comienza el film un traspié la pone nuevamente en situación de desempleo. Todo se hace más difícil desde que Junior se ha obsesionado con hacer que su pelo deje de tener motas y sea lacio, como el de una estrella pop. El objetivo es poder sacarse la foto que necesita en su retorno a las clases, pero con la apariencia que él quiere. Probará varias maneras de lograrlo, tarea que preocupará aún más a su madre.
Pelo Malo explora, a partir del empecinamiento de Junior, el desarrollo de su sexualidad. Que será visto como anómalo por su madre, quien en plena crisis económica y laboral ve en el deseo de su hijo un defecto para corregir. Mediante la búsqueda de ambos (el de él, por alcanzar su goce estético; el de ella, por subvertirlo) el espectador podrá conocer los márgenes de una Ciudad de Caracas hostil, alejada de la postal.
Es interesante que Mariana Rondón, la realizadora, no encapsule el conflicto en un simple juego de opuestos. Por ello, aún en sus decisiones más cuestionables, es entendible el oprobio de la madre, quien también creció en un ambiente sexista. Igualmente interesante es el papel de la abuela, de la que es difícil aclarar si “fomenta” los comportamientos asociados culturalmente a las niñas en Junior, o sin tan sólo no juzga sus deseos. En el medio, hay un inescrupuloso debate por su tenencia que complejiza la mirada de la abuela pero le da, paradójicamente, un espacio al niño para poder explorarse.
A medida que la película avanza se reiteran algunos elementos del guion, restándole efectividad al planteo dramático. Si Pelo Malo sostiene su tensión es en buena medida por las actuaciones de Samantha Castillo (la madre) y Samuel Lange en el rol de Junior. La puesta de la realizadora captura sus gestos, y es interesante la claridad con la que la mirada del niño construye su objeto de deseo. Así, unos pocos planos en un partido de fútbol dirán más que todas las diatribas que Junior recibe a diario. Y que, además de señalar la falta de comprensión y el dolor, dejan entrever un mundo maravilloso para descubrir y compartir, alejado de los prejuicios.