“Hay un logro curioso en el segundo largometraje de Szifrón (El fondo del mar, Los simuladores): hacer que un film argentino protagonizado en gran parte por un grupo de heroicos policías de la Federal no luzca ridículo o nefasto. A fuerza de repetición y adiestramiento, nos hemos ido acostumbrando a que los únicos polis cinematográficos con altas dosis de honestidad, coraje e incorruptibilidad sean los norteamericanos, estrellas de infinitas películas y series de televisión. Por elevación, lo antedicho también habla de la honesta confianza en los géneros que demuestra Szifrón, quien se le anima a una comedia policial con pareja despareja y se entrega ciegamente a su material sin pruritos ni vergüenzas de clase alguna.” / Diego Brodersen - Página/12
