Tras una espera de más de un año, finalmente se estrenó en salas de cine la penúltima película de Woody Allen, esto teniendo en cuenta que su obra más reciente es la que ya filmó en el País Vasco, y que actualmente se encuentra en proceso de posproducción. La reiterada denuncia por abuso que le cruzó al legendario cineasta su hija adoptiva, Dylan O'Sullivan, puso la carrera del eterno adorador de Manhattan en un largo stand by que parecía condenado a un abrupto final. En plena tensión por las declaraciones que Dylan dio en televisión, el gigante del streaming Amazon canceló el contrato que tenía para financiar los siguientes films del realizador, lo que derivó en un millonario pleito judicial que terminó con un acuerdo entre ambas partes hace pocos días.
En términos estrictamente legales, hasta el momento Allen no ha sido declarado culpable por ninguno de los cargos alegados por su hija adoptiva, mientras la enorme familia Farrow se muestra marcadamente dividida en medio de una encrucijada entre Woody y las acusaciones de su ex mujer, la actriz Mia Farrow. Tal vez en una desafortunada mezcla de conceptos, gran parte de la crítica internacional tendió a masacrar a Un día lluvioso en Nueva York. En cambio, la prensa especializada argentina elogió a esta amable película que está pasando su segunda semana en el top 10 de los títulos más vistos en las salas nacionales.
Allen juega con soltura las cartas de la comedia de enredos en esta historia que protagoniza una pareja de estudiantes universitarios interpretados por un acertado Timothée Chalamet (incorporando en su actuación los habituales tics y manías de Woody), y una encantadora Elle Fanning (oscilando con destreza entre la ingenuidad y la seducción). Los tortolitos llegan a Manhattan para pasar un fin de semana diseñado de antemano y con detalle por el novio, que proviene de una familia rica y ha transitado buena parte de su vida en la Gran Manzana. Pero claro, esos planes tan estructurados pronto cobran caminos impensados, mientras la ciudad y la lluvia funcionan como algo más que un simple telón de fondo de una serie de aventuras inesperadas que cada cual correrá por su parte.
Como buen exponente de este tipo de comedia en donde las situaciones se descarrilan por completo, el guionista y director logra atravesar orgánicamente la experiencia, recuperando la notable cuota de frescura que había perdido en sus últimos films; y generando un puñado de exquisitos momentos que se dividen entre un humor agridulce y un estado de sensibilidad a flor de piel.
Un día lluvioso en Nueva York discurre de manera cristalina con una fluidez poco frecuente en el panorama del cine actual. En ese andar liviano está la magia de un relato que no se erige sobre pretensiones innecesarias, y que vuelve por enésima vez y con gracia renovada sobre temas que Allen ya transitó a lo largo de casi toda su carrera. La incertidumbre que llega cuando se quiebra el orden establecido, el latente acecho de la infidelidad, y los vínculos inter generacionales abordados sin pruritos; son algunos de los ingredientes de una historia que cuenta con el inmejorable marco visual aportado por el talentoso director de fotografía Vittorio Storaro, que imprimió su impronta estética a clásicos contemporáneos como Apocalypse Now y El último emperador.
Como tantas otras creaciones de Woody Allen, más allá de la dupla protagónica, el relato está estructurado desde una narrativa coral que orquesta escenas en las que cada personaje tiene su magnético momento de lucimiento. Selena Gomez está descollante interpretando a la hermana menor de una ex novia del protagonista. El reencuentro entre ambos queda sellado en medio de un rodaje que él literalmente se cruza en plena calle, cuando un amigo que está detrás de cámara le pide que actúe en una escena cuyo contenido no conviene anticipar. Por otro lado, Liev Schreiber, Jude Law y Diego Luna se ponen respectivamente en la piel de un aclamado director de cine en plena crisis creativa, un guionista en un pico de tensión con su esposa, y una suerte de afamado latin lover; todos ellos orbitando alrededor de Elle Fanning, la joven estudiante de periodismo que pasa el día desencontrada con su novio y envuelta en en una serie de peripecias. Timothée Chalamet calza muy bien el traje de Woody Allen, y la película cumple con creces en una escena fundamental en la que se ve al lánguido joven forzado a asistir a un evento topísimo organizado por su madre (superlativa Cherry Jones). En varias oportunidades, él anticipa que lo que menos quiere en ese fin de semana en Manhattan es toparse con sus padres, suceso que de antemano sabemos que de alguna manera ocurrirá. Sin dar detalles sobre esa instancia, lo único que se puede adelantar es que además de un compendio de situaciones entre desopilantes y ligeras, Un día lluvioso en Nueva York también es capaz de ofrecer una de las charlas más sinceras entre madre e hijo que haya dado el cine en los últimos tiempos.
Lejos de su puñado de gloriosos títulos creados indiscutiblemente en los años '70 y '80, el octogenario Woody Allen mantiene encendido su encanto, ya despojado del pesado lastre de dar con su obra maestra definitiva.
A rainy day in New York / Estados Unidos / 2019 / 92 minutos / Apta para mayores de 13 años / Dirección: Woody Allen / Con: Timothée Chalamet, Elle Fanning, Selena Gomez, Liev Schreiber, Jude Law, Diego Luna, Cherry Jones.